martes, 29 de marzo de 2011

Señor

Señor,

Tu que del silencio eterno de los muertos,
un dulce sueño hiciste,
Tu que la vida me diste,
acuérdate de mi Señor.
Tu que sobre Tu cabeza llevaste espinas,
Tu que en Tus manos soportaste
el dolor del acero en carne viva,
Tu que Tu sangre regalaste,
Tu que mis faltas lavaste,
con el ardor de Tus llagas
y la fuerza de Tus heridas,
acuérdate de mí Señor.
Tu,
Todo Párrafo de Luz,
Todo Arco de Tiempo,
Todo Sudor de plomo y miedo,
Todo Medalla Roja para el pecho
de los condenados y Todo Paño de Aguas
para las manos de aquellos que al Cordero mataron,
Todo Espada de Huesos,
Todo Sangre de Pétalos Negros,
Todo Metralla Azul,
Todo Ala,
Todo Sueño,
murmura sobre mi lengua el adagio de Tu Voz,
toma con Tu Mano, la mano antigua de mi humano dolor
y garabatea con élla una cruz, para saber hasta donde soporta,
el inmenso abismo de Tu Amor
y deja que te ofrezca así, muerta ya, sobre las alas de Tus Angeles,
esta, mi última plegaria, así humilde y vacía, destrozada y fría,
esta, mi última oración.-





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