Si va a venir la muerte
y va a ser cántaro para nuestra sed.
Entonces no jodás, llorá a toda la mujer que sos,
apretada aquí,
dejá que la memoria de este pecho haga el resto
y te tape de paz
y te nazca de cielo,
hasta que el sueño se raje de todas las noches,
hasta que se colme de sangre y se desplome ojeroso,
hasta que se yerga sobre el aire de este hoyo viejo,
que hoy nos cruje de paciencia y de fé mugrienta,
hasta el dolor de nuestro pan,
aunque ya no sea, dolor de cielo fresco,
hasta tu sostén sudado que ahora cae como
un guacho sin dueña,
hasta todas las cenizas
y hasta la infinita puteada de Dios,
que arde con el café debajo de la lengua.
Entonces no jodás,
si por fin va a venir la muerte
y vamos a ser sed para su cántaro!
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