“Lezama”
Estatuas del Lezama,
-rigidez absurda de la forma-
exhumando su licor de bronce.
Me quedo con los ojos livianos,
dislocándose de luz,
ya despintados los pies de la tierra,
para atreverme al perfume de títeres velados
y calesita muriente
y a los años benditos, de las espadas de lluvia y oro,
arrasando el castillo de los pájaros idos.
La bastarda preñez de la memoria,
me va descascarando hasta convertirme
en una infamia,
las manos me pesan un sueño,
de sortija ausente y caballo enloquecido,
de hamacas dóciles que pendulan,
entre el ángel y el hombre.
...y cuando sea escombros tibios,
humeantes aún,
diré mis huesos, en un sorbo de frío,
a los viejos del Lezama,
polvorientos remeros del tiempo
y a todos esos chicos, que yo ya fuí,
más allá de la memoria.-
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