a mamá
Me puse
en camino de los huesos:
en una mano,
mi calle indefensa
en medio de una tormenta
de bolitas y espadas
y de novias que incendiaban
sus rosas negras a la siesta
y en la otra,
un amor y un niño agonizantes,
disputándose las ventanillas
de un tranvía
que termina en los ojos,
donde te aprendí para siempre
y que empieza,
donde el olor de tu falda
sobrevuela mi memoria.-
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